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¿Has escuchado sobre los Peripatéticos? Se trataba del nombre que recibían los estudiantes y seguidores de Aristóteles, el gran filósofo griego. Aunque en español pueda sonar chistoso, especialmente por la parte de “patéticos”. Es común que esta palabra signifique “ridículo”, “lamentable”, “torpe” o “penoso”, por lo menos en el uso común que hacemos de ella; pero “patético” hace referencia en realidad a una persona profunda y consciente. Deriva de la palabra griega “Pathos”, que denota pasión y encantamiento. Sería preferible entender a alguien “patético” como “inspirado”, “apasionado”, “conmovedor” y hasta “empático”.  A todas estas, el grupo de Aristóteles ciertamente se apasionaba por algo muy concreto: CAMINAR. Los Peripatéticos amaban aprender mientras caminaban. 

Y más allá de esta bella historia, pronta a convertirse en leyenda, nos convendría pensar de qué forma AMA alguien el acto de aprender. Para los Peripatéticos era caminando; haciendo activa su condición física y alimentando su vista de nuevas cosas, quizá al creer que estimulaba el aprendizaje. 

Si nos hacemos esta pregunta, partimos desde el principio con la mitad de la respuesta: Es necesaria una pasión, un Pathos; es decir, el que aprende debe desear aprender; debe ir voluntariamente hacia su objeto de estudio; amar lo que aprende.  Yo pienso que la otra mitad de la respuesta se halla en la palabra “γελάω (gelaō)”, que significa “reír”. No pienso que aprender sea un chiste, o un disparate; pero creo en un aprendizaje feliz.

No creo en un aprendizaje fácil; lo fácil, fácil se va, o jamás llega a darse. Pero aún entre dificultades, la pasión hace valioso lo aprendido. Los Geláticos ríen mientras aprenden, y allí radica su forma de AMAR al aprender.

Nuestro proyecto está comprometido por AMOR con la Música, los Idiomas, la Filosofía, y todo conocimiento que resulte armonioso con el desentrañamiento de los misterios del mundo. Cultivamos la creatividad y la originalidad, y sobre todo la Valentía de explorar alegremente lo que duerme en el compás de nuestros corazones, con estrépito furioso de salir algún día.

Para ser un Gelático sólo hace falta reír en medio del descubrimiento. Y para reír hay que cultivar un espíritu digno de recibir los dones de la sabiduría: con humildad, paciencia, coraje, amor y decisión.

El Jardín Gelático es un espacio de formación alternativa que ofrece servicios educativos personalizados, diseñados para potenciar la curiosidad, la autonomía y la creatividad de cada estudiante. A través de sus programas activos —WILDE, clases de inglés con enfoque musical, y El Corsario Letrado, asesorías académicas en filosofía y ciencias humanas—, el Jardín Gelático busca formar una comunidad de aprendizaje colaborativo, donde el conocimiento no fluya en una sola dirección, sino que crezca con la participación de todos.